24.2.10

PELIRROJA- ROSA

Una foto curiosa, para aquellos que no me vieron, resulta que me pinte el cabello de rosa... la imagen se la debemos a mi muy querida Una...

Pero debo decir que no hay nada como ser morena y decidi cambiar de nuevo, la foto igual se la debemos a mi querida U:


Espero sus comentarios... ¿Cómo me veo mejor?, jajajaja

CURSO DE SILIGRAFIA EN LA UTOPIA

Les dejo unas fotitos del curso que dio el maestrisimo Alejandro Perez Cruz...

Daniel y Julio preparando la lámina

El maestro dando su catedra. Aparecen de frente: Alejandro, Sergio, Daniel y Julio. De espalda Díaz Cortés, Irina y Alberto

El maestro dando su catedra. Alberto, Díaz Cortés, Alejandro, Sergio, Daniel y Julio.

El maestro dando su catedra. Díaz Cortés, Alejandro, Sergio, Daniel y Julio.

Al fondo Alejandro, en frente Díaz Cortés, Sergio, Daniel y Julio.

Esperamos que pronto se repita...

Y ALGO QUE FUE INEVITABLE OBSERVAR

Estos pequeños se me aparecian a cada paso...







Y por último un fin de viaje con muchas ganas de regresar, pero con la añoranza de mi hogar




SAN CRISTOBAL

Aquí les dejo algunas imagenes de mi último viaje a san Cristobal, donde di un curso de composición pictórica... debo aclarar que todas son imagenes mientras yo daba el curso...







además quí vemos un poco de lo que me encontre




GOG

Anoche me dieron ganas de leer uno de mis libros favoritos, se llama GOG de Giovanni Papini, por ello les dejo mi fragmento favorito... el más triste de todo el libro (claro desde mi muy particular punto de vista)... espero lo disfruten tanto como yo...



EL PAN DE LA MUCHACHA


Arezzo, 7 agosto


He querido hacer un experimento: vivir, durante algunos días, como si fuese un pobre, un vagabundo, un prófugo. Vivir solo, sin la compañía ni ayuda de nadie. He despedido a los secretarios, a los camareros, a los mecánicos; he dejado los dos automóviles en depósito; he comprado a un campesino un vestido viejo y me he internado, con pocas liras en el bolsillo, en los valles de los Apeninos toscanos.

Hace años y años que llevo la vida del rico, esto es, de víctima sin libertad. Me causan molestia las mesas ricamente puestas, las reverencias de los parásitos, la acogida de la curiosidad que despiertan los demasiado conocidos. Siento nostalgia de la vida miserable y desastrosa que hice hasta los veintiséis años. Después de haberme visto asaltado por millares de pedigüeños y maniáticos, he querido, al menos por una semana, volver a saborear la vida del pobre, del abandonado. Tengo ahora el aspecto de un mendigo sucio y haraposo.

Para quien ha gustado todos los poderes no hay otro refugio que la impotencia. Para quien ha poseído todo lo que se puede comprar en el mundo, no hay más refugio que la miseria. Es una comedia -tal vez una ridícula comedia- que no tiene, por fortuna, espectadores.

No sé el italiano y no he llevado conmigo ni mapas ni guías. He ido al azar. Estos países no son ricos, pero sí bellos. Ríos que en esta estación son zanjas blancas y secas; montañas peladas rocosas, donde la gente siembra un grano que germina raras veces y pobremente, junto con los cardos y los ciruelos. Allí, en la altura, algún prado todavía florido, algún torrente que lleva más guijarros que agua, algún pedazo de bosque, salvado, no se sabe cómo, de la hachuela de esos montañeses enemigos de los árboles. De vez en cuando, las ruinas de un castillo, una torre medieval restaurada, una casa negra en la que se esconden bandadas de chiquillos maravillados, un gran convento oculto entre los abetos, una iglesia sin campanario y con la puerta cerrada. Por todas partes vacas blancas, ovejas sucias, cerdos que hozan y gruñen, y raras veces una pastora con los cabellos ocultos bajo un pañuelo amarillo y que procura que no la vean.

No he entrado en ninguna hostería. He comprado, al pasar, un poco de pan en las tiendas de las aldeas, he bebido el agua de las fuentes, he robado alguna fruta verde en los campos, he dormido bajo las encinas y a la sombra de los pajares.

Los habitantes son brutos, pero buena gente. Aunque no sea más que en cinco o seis palabras de italiano, han demostrado siempre que me comprendían, y me han ofrecido lo que tenían, incluso antes de que se lo pidiese. Un día comí, en medio de un campo, con algunos segadores que descansaban. Me preguntaron de dónde era y de dónde venía -según pude comprender-, pero no supe contestarles. Me dieron un poco de menestra, ensalada y un tomate crudo. Las mujeres hablaban entre sí, y a lo que me pareció, me compadecían.

Otro día encontré un viejo que cortaba ramas de un árbol, solo, en un bosque. Estuvimos juntos algunas horas. Había estado, cuando era joven, en América, y recordaba algunas palabras de inglés. Me dijo que había mucha miseria en este país, pero que todos preferían vivir o al menos morir aquí entre sus montañas. Se extrañó mucho de que, viniendo de un país tan rico, pareciese tan pobre. He comprendido que sospechaba que tenía delante a un malhechor escapado de América y, no obstante, se ha mostrado cortés y cordial.

Pero el encuentro que me quedó más grabado fue el de la muchacha. Durante todo el día anterior no encontré a nadie; había terminado el pan y no me atreví, por un ridículo pudor, a ir a pedirlo a las casas de los campesinos. Me hallaba cansado y hambriento. Al caer de la tarde llegué a una selva de castaños y me di cuenta de que en el límite de la selva había un prado pedregoso y una fuente.

Cerca de la fuente se hallaba sentada en el suelo una muchacha. Cuando me vio tuvo miedo y se puso de pie. Debía de tener de doce a trece años: la más bella criatura que nunca había visto. En el rostro, dorado por el sol, brillaban dos ojos verdes, encantados. Y sobre la cabeza desnuda, ondas y ricitos de cabellos negros. Entre los labios, frescos y rojos como un fruto entreabierto, una sonrisa involuntaria, blanca. Una maravilla.

Para no asustarla me senté en una piedra un poco distante. La muchacha se tranquilizó: no hablaba y no me quitaba los ojos de encima. Cuatro vacas enormes pacían allí cerca. Yo me secaba el sudor. Tan mal vestido y jadeante, debía parecer ciertamente un desgraciado vagabundo.

Después de un cuarto de hora, no sé cómo, la muchacha sacó de su hatillo un pedazo de pan moreno, se acercó a mí y me lo ofreció con una sonrisa tímida murmurando algunas palabras. Había comprendido que yo tenía hambre. Le di las gracias como supe y mordí el pan con voluptuosidad. No he sentido jamás un sabor tan bueno y rico.

¿Será éste el verdadero alimento del hombre y ésta la verdadera vida?


Por último les comparto al autor de esta maravilla...



23.2.10

RECAPITULO

Pues bien... es díficil retomar el camino que dejamos... pero lo intento así que permitanme contarles que ha sucedido:

Este año inicio en un nuevo espacio, donde hemos apostado todo lo que somos y todo lo que un mundo capitalista nos ha dado...

Lo importante de esto radica en la mutabilidad y en la posibililidad de cambio que como es natural trae consigo retos, miedos e incertibumbres, pero sobre todo la sensación de que todo lo podemos y cual niños la firme creencia que un día tendremos la caoacidad de volver a volar... claro aunque sea en sueños...

A lo que voy es que parecia que el año iniciaba tranquilio,sin embargo hoy es día en que no he parado de trabajar... para los que no saben también me dedicó a encuadernar y ha hacer diseño editorial de tesis, motivo por el cual este inicio de año he estado muy muy pero muy ocupada...

Aunque en ocasiones debo admitir que quisiera hacer menos y limitarme a lo que llega, pero mi espiritu siempre me lleva ha comprometerme con muchas personas y cumplir con todos los retos que la vida me depara... pues como dijera alguien que me hace reir mucho... soy una capitalista burguesa, y como tal necesito dinero para lograr las metas que me propongo...

El arte es lo que le da sentido a mi vida... sin embargo lamento no poder dedicarme totalmente ha ello, pero alguien tiene que comprar las croquetas de Cranach (mi pequeño, consentido y adorado perro)... por ello siempre me invento algo que genere estos recursos...

Prometo subir fotos y contarles más de lo que ha sucedido...